lunes, 6 de junio de 2011

¿Eres productivo, o te conectas a Facebook?



Una de las discusiones más frecuentes en el ámbito empresarial es si los empleados deben o no tener acceso a Internet - y más concretamente, a redes sociales - en horas de trabajo. Para los departamentos de Sistemas no es una tarea sencilla, dado que las aplicaciones 2.0 crecen como setas. Pero algunas empresas ponen el foco en impedir que sus empleados accedan a las redes en horas de trabajo con un celo realmente encomiable. Me inicié en este debate hace más de dos años, cuando publiqué en este mismo blog dos apuntes al respecto: ¿Qué clase de empleados queremos? y Los dos retos de RRHH ante Web 2.0, y ahora me surge de nuevo a raíz de un post en el blog de Mujeres Consejeras y Consejables titulado “12 Motivos para no prohibir las Redes Sociales en tu empresa”.

En estos enlaces hay información suficiente para hacerse una idea del qué y el por qué, y creo que es bastante evidente que impedir el acceso a las redes sociales en horas de trabajo es como intentar poner puertas al campo, sobre todo conociendo su impresionante tendencia al alza y el auge extraordinario de los smartphones (también para uso personal) que permiten saltarse los recursos de la empresa - y por tanto sus controles. Las redes sociales son un motor de relación, de escucha y de innovación, así que entiendo que este debate ya debería estar superado a pesar de que aún es necesaria cierta “evangelización”. Asumiendo que una gran masa de empleados y colaboradores ya están en redes sociales, las preguntas que adquieren relevancia a partir de ahora son otras:
  • ¿Se puede aprovechar ese potencial? Naturalmente, aplicando (como casi siempre) dos elementos esenciales: sentido común y metodología.
  • ¿Quién debe tomar la decisión? Sea cual sea la decisión que finalmente se tome, no reconocer su dimensión estratégica es un error extraordinario. Afecta a todas las áreas de la empresa, desde RRHH a Informática, pasando por Marketing, Comunicación... Es una decisión integral, y por tanto requiere la máxima involucración de la Dirección, que lo primero que debe hacer es capacitarse en Web 2.0 para poder tomar decisiones acertadas. La Dirección debe conocer el alcance, las herramientas, los beneficios y riesgos que para la plantilla y la empresa, la necesaria gestión del cambio que acarrea... todo.
  • ¿Cómo? Si la empresa toma finalmente una decisión positiva, se impone identificar qué procesos de negocio se pueden beneficiar del uso de redes sociales, e incorporar éstas como parte esencial de dicho proceso, para poder así monitorizar el grado real de mejora con relación a las expectativas. En román paladino, se trata de incorporar las redes sociales como una herramienta de trabajo más. Esto implica planificar, poner objetivos, asignar recursos, y capacitar y guiar a las personas en su uso. En contra de lo que se pueda pensar, Web 2.0 no es ni mucho menos gratis, pero merece la pena probar porque a) la barrera de entrada es muy baja, b) los beneficios de una presencia bien planificada dan fruto, y c) puede existir un riesgo real de quedar “fuera de la foto”, es decir, del mercado, tanto mayor cuanto la empresa dependa de valores como conocimiento e innovación, que corren por las redes como la pólvora.
En resumen, propongo la siguiente hoja de ruta:
  1. Aplicar la metodología para diseñar una estrategia,
  2. Comunicar la estrategia a empleados y colaboradores,
  3. Capacitarles en los objetivos, medios y recursos necesarios para hacer bien su trabajo, y
  4. Procurar su alineamiento. Aquí es donde vemos el papel fundamental de Recursos Humanos, que debe procurar más que nunca la captación y retención del talento en un entorno mucho más abierto y transparente.
Cambiemos el paradigma: “Conéctate a Facebook, para ser productivo”.